Con las gafas medio colgando de la nariz -confieso que no
veo casi nada, por lo que las lentillas son mis aliadas en la calle-, el
cabello enredado y mi estado de sorpresa al leer el mensaje de “Campanilla”, no
os mentiré, se me quedaron los dedos congelados y el cerebro paralizado.
¿Cómo es que me envía un mensaje-Campanilla?. Si, lo deseaba,
me sentía contenta, pletórica, feliz, e incluso, y por qué no, emocionada.
Esperé un rato para contestar, fui imaginando un montón de
respuestas adecuadas, que no fueran ni demasiado evasivas o que fueran
directamente al grano.
Me acorde de mi amigo, de mi descanso al corazón, de todas
las normas que me había auto implantado para tener el corazón en “barbecho” y así
pasé un buen rato pensando y pensando.
Le escribí un sucinto: si.
Ya estaba en la ducha, imaginando donde cenaríamos,
imaginando frases construidas para saber cosas de él, imaginando todo lo
inimaginable…
La hora se me echaba encima y yo seguía vistiéndome sin
saber que ponerme, el vestido negro y
los zapatos altos ya estaban vistos por lo que opte por un jean, una
camisa, y un buen tacón.
Siempre haciéndole caso a una buena amiga, " Malena: los
tacones levantan el trasero".
Era la manera de demostrarle que no siempre soy la misma
mujer, que puedo ser versátil y acostumbrarme a todas las situaciones.
Oí el sonido del vídeo portero, vi su imagen, y le dije un
–enseguida bajo-. Cerré la puerta, llamé al ascensor y sin darme cuenta estaba
en su coche. Y es cuando sucede la escena típica que no sabes si dar un beso en
las mejillas o en los labios, y la otra persona le pasa lo mismo y al final se
produce un choque entre las dos narices, nunca mejor dicho: Un choque de
narices.
Risas y nervios por mi parte, sonrisa y tranquilidad por la
suya. Menos mal que él siempre tiene palabras para todo, e inició la
conversación preguntándome si había descansado bien seguido por el comentario
de: que look mas juvenil llevaba esa noche, y yo seguía callada mientras me di
cuenta que estábamos en la autopista dirección Girona.
No íbamos a cenar a ningún Garito-Restaurant-Terraza de
Barcelona, ¿Dónde íbamos?... Mientras él seguía hablando de los amigos en
común, de todas las coincidencias que teníamos los dos, de lo maravilloso que
había sido conocerme la noche de los farolillos japoneses-antorchas africanas.
-Nacho, perdona, ¿Dónde vamos a cenar?
-A un lugar en la Costa Brava donde las mesas están en un
semi acantilado….
Antes de seguir os presentaré a Nacho, alto con el pelo
canoso y una barba sin afeitar pero arreglada. Divorciado y sin hijos.
Sin
relación conocida en el momento de empezar la nuestra.
Ejerce de medico en un
hospital de Barcelona y tiene su consulta particular. Íbamos en su coche, de
gama alta pero, sin pretensiones. Tiene la piel cuidada, se nota que hace
deporte, se puede adivinar debajo de su camisa arremangada por los codos que su
cuerpo esta cuidado. Esta moreno, sospecho que después de salir de su entreno
pasa por los rayos UVA.
En ese momento me alegré que una amiga insistiera tanto
en que fuera al gimnasio con ella, y así llevo un año intentando poner mi
cuerpo prieto a base de sesiones interminables de Pilates y horas subida en una
Elíptica.
Sonaba en el coche una canción de Bruno Marss*, canción de
verano con ritmo -cause your sex take me
to Paradise, and it shows…- si en aquel momento hubiera escuchado la letra
hoy quizá no estaría aquí.
La noche anterior
sonaba una música en su coche, camino a mi casa, música dulce y relajada, se
oía de fondo y se volvía inapreciable. Por el contrario hoy la música estaba,
para mi gusto, un poco alta, y entre mi ataque de timidez y que tenía que berrear
para ser oída, pasé todo el viaje más que callada: muda.
Al final llegamos a un restaurante precioso, donde un señor vestido
muy de negro recogió la llave del coche y entramos en el sitio. Nos acompañaba
una chica de estas tan monas que trabajan de relaciones públicas en estos
sitios “in”
-Dr. Martín: Le hemos preparado una mesa muy cerca del mar,
esperamos que sea de su agrado.
-Vaya! No es la primera vez que viene, le conocen bien sus gustos.
No, no y no. No quiero una mesa cerca del mar, me he pasado
una hora con la *GDH intentando dejar mi pelo como una pista de aterrizaje,
larga y lisa…. ¡!!
-Algún problema Malena?
-No, Nacho, ideal la mesa, perfecta.
Bueno… ¿somos tontas o que nos pasa en la primera cita? A
todo decimos que si? NO? Pues sí, decimos que si, y rogamos por dentro que el
pelo no se nos rice, que no pasemos frió
aunque llevemos un vestido de tirantes y estemos solo a 20º, a comer una comida
que jamás hubiéramos probado en un restaurante y mucho menos que las burbujas
de las combinados se nos implanten en la barriga produciéndose una curva como
si estuviéramos embarazadas de cuatro meses.
Después de la cena donde el interlocutor principal fue él y
yo su audiencia privada, pasamos a un lugar llamado como todos los lugares de
verano “Terraza Chill-Out” música relajante, y seguimos con la charla, además
de la charla también hubieron caricias y besos. Para mí, en aquel momento, la
noche prometía….
Y empezó a amanecer, la gente abandonaba el chill-out,
sandalias de tacón en mano, chales en los hombros, había refrescado. ¿Y
nosotros?
El hombre vestido de muy negro habló por el pinganillo que
todos los hombres de muy negro llevan y en un momento apareció otro hombre,
este no iba de negro pero… conducía el coche.
Extendiendo la mano para coger las llaves, Nacho me abrió,
la puerta del coche y yo subí esperando un algo…. Donde iríamos?, a su casa?,
mi casa….? No, mi casa no, mi casa no es un “polvorín” y aunque mi hija esté
estudiando en el extranjero también en su casa.
Entrabamos en Barcelona con los primeros rayos de sol,
estaba adormilada y callada, me molestaban las lentillas, los zapatos me
apretaban y como en estado de espera, esperaba una reacción, o un ¿Dónde vamos?...
un ¿Te apetece….?
Sin darme cuenta ya estábamos delante de mi casa.
Nacho bajó del coche y muy cortes me abrió la puerta, me
invitó a bajar y me dio un beso. Y otra vez la misma frase… ¿Nos llamamos?
Estoy sentada en la
cama con las manos agarrando mis mejillas, me caen las lágrimas, han pasado 10
meses desde que nos conocimos, llueve en la calle, llega la primavera…
*GDH. Plancha para alisar el pelo de última generación.
* Bruno
Mars - Locked Out Of Heaven © 2012 WMG.
Este es un especialista en toxicidades, no recomendable, no interesante y aburrido!!! Quiere impresionar pero no remata en nada!! de los que se oyen y no quieren oir, sin fundamento!!! ¿seguirás con el relato? me gusta, bsss
ResponderEliminarSí, a todo sí... salvo a una cosa a lo de las lagrimas, hay que intentar que no afloren a pesar de que no llamen ...
ResponderEliminarUn beso y bienvenida de nuevo
Bien!!! Quierom más!!!
ResponderEliminarSus
VAYA VAYA CON LA NIÑA , ya sabia yo que tenies un cop amagat !!!!
ResponderEliminarM'ENCANTA NENA !